hún


T odo por ella

—Dijiste que solo hacías que el mundo escuchara. —le dije. Ella se había arrastrado junto a mí, y en ese momento se rió otra vez.
—Pero tienes que mirar cuándo el mundo te va a escuchar… y estar muy atenta. Y gritarle mucho. El mundo no hace caso de cosas pequeñas.




Ojalá hubiera podido verse y reírse. Y ver todo el miedo que tenía y reírse de aquello que parecía tan irreal como una pesadilla, y que por tanto no podía hacerle daño.
Pero la verdad duele, y la verdad es que las pesadillas pueden hacer daño.